Foto de Linus Mimietz.

Señales

Estábamos en el teatro, con la inocencia y la conexión de niños descubriendo, cuando mi hijo vió los colores del arcoiris en el escenario. Otra vez presencias multicolores. Hace unos días, en un parque, en el cielo, como si un arcoiris estuviera apenas en formación, lo vimos mi mujer y yo de camino a un concierto en un parque.

Siempre ahí, con un toque tan sutil para recordarnos su presencia. Solo ocupamos llevar el corazón abierto para verlo todo, tal como lo dijo «El Principito».

¿Y qué es este aroma?, como a dulce,… volteo a ver si algún algodón de azúcar está por ahí, y no… solo el aroma… ¿nardos? ¿rosas?… de nuevo estas sorpresas.

¿Y qué tal esa pluma blanca que apareció cuando recién habían lavado el interior de mi auto?, yo hasta revisé que hubiera quedado todo limpio e impecable un día antes, cuando lo cerré bien; y después, ahí estaba, justo en el asiento del copiloto. Tal cual es, acompañando, guiando y a la vez, dejando que tu mismo crezcas y te transformes, dejando que tu manejes el vehículo, que la evolución suceda.

Varias dimensiones convergiendo en el mismo instante, con el corazón como portal. Sólo siente y abre los ojos, los internos 😉

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