Instrumentos de la Energía

Me doy cuenta de algo, cada palabra resuena y crea. Como sonido que emitimos, es la primera muestra de la manifestación de algo etéreo, es decir, es el principio de la creación manifestado.

Toda la ilusión de la cual se deriva una palabra que emites en el día a día, es la vía para que algo sea manifestado. Digamos por ejemplo, que tienes un hijo a quien amas y al despertar, te nace decirle un «Te Amo» y así tal cual, vibradito en lo sutil y de corazón a corazón, de lo más sublime a lo más sublime, este «Te Amo» es la manifestación de una idea que encontró en ti y el cariño que le tienes a tu hijo, una vía para ser manifestada, es una idea que fue viajando en varias dimensiones, de la espiritual hasta la física, de la de la unidad a la de la aparente individualidad, de la esencia a la forma, de la verdad a la ilusión, y en este trayecto, esta energía del amor, esta idea de la mente creadora, esta vibración de unión, es el camino de su propia manifestación y refuerza la unión de estas existencias como simples manifestaciones de la misma energía.

Aún más, una vez que las palabras salen de tu boca, tienen una reacción, digamos que en nuestro ejemplo, tu hijo se siente amado, se siente visto, se siente reconocido, se siente unido y resuena en él, este amor, el que generó tu palabra llena de ti y resonó en ese «otro individuo», y el verbo se hizo carne, se manifestó la consciencia del amor a través de este padre y este hijo que sintieron el amor, que fueron instrumento para que al amor fuera sentido, vivido, vibrado.

Surgen dos hallazgos a destacar: la trascendencia de mantenernos en la sutilidad en la cual facilitamos ser el instrumento de esta luz, que en distintas formas se manifiesta y el poder que tiene la palabra para refrendar el camino de la manifestación y para retroalimentar la idea, es decir, para que la luz se reconozca en sí misma y vibre ahora de regreso a la fuente.

Y así como en la tercera dimensión, el «Te Amo» del padre al hijo tuvo su efecto, en todas las dimensiones también lo tiene y el amor, en sí mismo, se refuerza y se reconoce como la esencia que une, no solo a las aparentes individuales en lo horizontal, sino a las manifestaciones aparentemente distintas en lo vertical. Es por ello, que decimos que somos instrumentos del amor, para que éste se manifieste y en esa manifestación, se reconozca y refuerce.

Por lo tanto, la palabra es ese elemento de poder con el que contamos para que se manifieste y tenga cuerpo («carne») lo que requiera ser vivido. Ahora que somos conscientes de ello, la luz ilumina las palabras a las que les damos vida.

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Foto de Kelly Sikkema

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